jueves, 11 de abril de 2013

La violencia de las palabras


<<La violence des mots>>.Artículo disponible en el blog de profs au carré (Agrupación de profesores en apoyo a la lucha estudiantil): http://profsaucarre.wordpress.com/2012/05/07/la-violence-des-mots/
(Fecha de publicación: 7 de mayo de 2012).

La violencia de las palabras
Todo el mundo conoce la violencia y mucha gente la reprueba. Uno de los argumentos de los anti-huelga es que el movimiento estudiantil se ha vuelto violento, sobre todo durante las manifestaciones. Las enardecidas declaraciones de Line Beauchamp (Ministra de Educación)] al respecto, que le han permitido retrasar un poco las negociaciones, también giraban en torno a la violencia, la cual Gabriel Nadeau-Dubois  debería condenar de rodillas, con un sambenito y con la soga al cuello, o casi.
No obstante, la violencia no es solamente romper escaparates a pedradas o repartir golpes de porra, sino que incluye también la violencia verbal, que como todos sabemos a menudo hace más daño. Es otra forma de violencia, utilizada por los anti-huelga, por el gobierno y por los editorialistas de La Presse, de la Gazette, del National y del Globe and Mail primero (ni siquiera hablo de la prensa de Péladeau, esos no son periódicos): la violencia intelectual.
Desde siempre, una de las maneras de hacer daño al adversario, al enemigo, es no reconocer tan siquiera su lucha. Las tropas de ocupación, nazis y otras, hablaban de “terroristas” para no reconocer la misma existencia de las fuerzas de resistencia. Francia llamaba “medidas para restaurar el orden” o “acontecimientos” a la guerra que Argelia estaba haciendo por su independencia, los americanos también han tardado mucho tiempo en hablar de “Guerra de Vietnam”.
¿Cuál es el vínculo con la huelga estudiantil? Precisamente este rechazo obstinado y voluntario a hablar de “huelga”. Se habla de boicot, de suspensión de clases, pero no de huelga. Ante todo, nada de huelga.
Oficialmente esto se debe a que los estudiantes no son asalariados y tampoco tienen una relación patrón-empleado. Pero esto es de hecho una forma de minimizar el movimiento, de concederle, al menos lingüísticamente, la menor importancia posible. Y sin embargo, tal y como el asesor lingüístico de Radio-Canadá señaló, se puede hablar de huelga cuando se trata de un movimiento que pretende hacer valer una causa. Las huelgas de hambre, casos extremos de protesta, son un ejemplo de esto. ¿Nada de huelga, nada de negociaciones, nada de problemas? Los hechos contradicen estos argumentos partidarios: el sistema universitario quebequense está totalmente revuelto y debilitado, y esta crisis le está costando muy caro (no olvidemos que la idea de base era invertir en él. Hablando de partidismo, nos acordaremos de decisiones con vistas a reemplazar el término “abandono escolar” por “persistencia escolar” (lo que arregla el problema enseguida) o de hablar de “seguro de empleo” y no de “seguro de desempleo”, y de la extraordinaria eficacia de estas medidas, si queremos ser particularmente críticos respecto a estas maniobras políticas. Es una forma de violencia, intelectual, con el objetivo de no otorgarle a la protesta su verdadero lugar.
Y lo peor de todo esto es, sin lugar a dudas, ver cómo estas medidas parecen hallar eco en la población, cuya opinión es lo que realmente está en juego en este conflicto. Después de ocho años de gobierno controvertido, la huelga estudiantil proporciona al gobierno de Charest un chivo expiatorio. Y para sacrificarlo la elección de las palabras es una estrategia deliberada, una forma de violencia intelectual. Menuda ironía cuando se ve hasta qué punto se critica la violencia oficialmente…
Yann Roche, profesor al cuadrado

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